Algo de Simone De Beauvoir....

Lejos de que la ausencia de dios autorice toda licencia, al contrario, el que el hombre esté abandonado sobre la tierra es la razón de que sus actos sean compromisos definitivos.

sábado, 29 de agosto de 2009

anotaciones de una mengana resentida

Me jode confesarlo pero tengo un problema contigo y eso que dicen, debo hacer. No puedo perdonar (te). No puedo y no quiero, además creo que hay un poco de dignidad en eso de no perdonar. Es lo único que me permite sentir que en algo, no puedes ganarme. Ni persuadirme. No perdonar es más decoroso, al menos para mí, después de todo el caos que fui y sigo siendo, es por mi propia y soberana decisión.
Pero hoy debo y quiero decir: (te) No te perdono. No y no y no. No te perdono y me vale un carajo que me lo preguntes mil veces. Sería sencillo decirte “sí, si. Ya está olvidado” Pero No. Por supuesto que No. Nada está olvidado. Sigue aquí, dormido, hoy –casi- despierto. Qué cómodo es para ti decirlo. Y seguramente después de que yo te perdonara estarías contento y radiante. Por supuesto en este momento, no quiero que estés feliz. Por eso me dan desconfianza aquell@s que dicen que saben perdonar de buenas a primeras. O me dan desconfianza o me dan envidia (cuando realmente lo pueden hacer). Perdonar,. Siento yo, es aniquilar esa parte con todo y todo. Es decir. Al menos para mi perdonarte significaría borrar los dolorosos ratos, pero con ellos eliminar los buenos. Si no no sería un autentico perdón. Si mi perdón es honesto eso equivaldría a encontrarte en la calle y saludarte como si fueses cualquier persona. Como saludo a mi vecino. Como saludo al taxista que me trae a la casa. Como saludo al policía que me recibe en la universidad. Como saludo a un peatón por la calle.
¿En serio quieres que te perdone?
No puedo perdonarte y te lo grito estés donde estés. Siento la sangre hirviendo cuando te recuerdo, cuando recuerdo lo que dijiste, lo que hiciste, pero me rehuso a perdonarte aún más cuando recuerdo la felicidad que tocamos con las manos. Tangible, cercana, verosímil. Ilustrada por poemas de Benedetti y sazonada con “mi piel” de Real de Catorce.
Te detesto y ya ni siquiera estoy segura que dentro de algunos pueda perdonarte, como alguna vez te lo dije. Porque en el fondo, =ya te dije=, eso sería olvidarte. Porque en el fondo, eso sería también perdonarme. Hoy no tengo misericordia ni conmigo misma. Odiémonos juntos. Te odio por siempre.
Otra vez: ¿Todavía quieres que te perdone?




Noche con sabor a octubre. Cuadernos de una mengana resentida.

sábado, 15 de agosto de 2009

La mengana y el fulano.. o el fulano y la mengana...

-Pensé que nunca la volvería a ver. Dijo el fulano a la mujer.
-¿A quién?... replicó la Mengana a aquel.
-A usted… la seguí tras esas cuadras después de la fiesta
-¿A mí?....
-Me diste mal tu correo. Fue a propósito?.. se lo tuve que preguntar a alguien más…
-Lo siento. Me faltó agregar el número final…

*Lo anterior imagínese en una tibia y nada impersonal (jaa) conversación vía Messenger durante la madrugada de un 14 de octubre.

A la Mengana le hubiera gustado decir aquello de “si hubiera rechazado la invitación del pequeño memo es probable que yo en otro punto y otro lugar ahora estaría”… “Si hubiera rechazado esa invitación”. Pero vamos, la mengana no cree en el destino. Ni en “estamos aquí por alguna razón”. Heidegger decía que somos un ser en el mundo-Estamos arrojados sin objetivo ni destino sobre las tierras… arrojados, nuestra humanidad tirada a la tierra… (no por ello, su vida carece de compromiso. Al contrario). Pues bien, la mengana sabe que aunque hubiese rechazado la invitación de su alto y fornido amigo “memo”… de cualquier forma se hubiera topado con el fulano. No, y no es destino. La mengana sabe que se hubieran visto en la calle, en la escuela, sí, en la escuela!!!.. Cruzando la plaza principal del centro histórico. Tomándose un café en la Babel. Una cerveza en ese bar, donde la chela es barata y la botana generosa.. Era muy fácil en realidad conocerse. En dos, tres o cuatro días más. En uno, dos o cuatro meses más. Mañana. Hoy mismo.

La primera vez que lo vio guardó su imagen como película fotográfica en la memory stick de una rebel digital de 10.1 de pixelaje . Había sido un 7 de febrero del 2006. Justo en el zócalo de su ciudad. El fulano usaba una camisa a cuadros y unos lentes con armazón de tres piezas, un corte de hongo y un caminar arrastrando las piernas. Pero, al ver que su mano (la del fulano) sujetaba a otra mano, delicada y aparentemente suave, como la de una mujer, la mengana siguió su camino y dejó atrás la conglomeración con miles de jóvenes asistentes al mitin. La mengana no sabe porque razón, pero años más tarde recordaría esa imagen tan nítida que, cuando vio la silueta de ese hombre deambular por los angostos pasillos de la universidad pudo reconocerlo tal cual ese 7 de febrero.

Memo le había insistido a la mengana para que lo acompañara al cumpleaños de su amigo Mario. La mengana no quería ir. Estaba cansada por esa jodida tarea escolar que tenían que hacer pero que al menos tenía un objetivo importante: conseguir fondos económicos para una casa hogar. Vaya, al menos sería útil.
Y memo anda, un rato, y ella, que no, estoy cansada… y memo insistiendo: mira que no pienso llevar a ninguna de mis mujeres … La mengana indignada: mira que puedes llevar a la que quieras yo soy tu amiga no tu vieja… y memo que vamos un rato, luego nos salimos… y ella vale no insistas, solo un rato..

Y he ahí que los dos llegaron a comer y beber hasta la calle con nombre de Noria. Pero parecía una broma de la vida. Memo saludó y presentó a la mengana con sus amigos, la mengana reconoció entre “los amigos” al tipo de cuadrado de aquel 7 de febrero. El tipo la saludo y justo en el momento en que saludaron los dos pensaron, como esas estúpidas novelas rosa , que sí, que antes.. que antes de que todo fuera ya eran ellos dos.
Memo despareció, suponemos que en busca de mujeres.
El tipo de cuadrado que hoy se llamará Fulano con Efe mayúscula se aplastó literalmente sobre la cama que servía de sillón de recibimiento para los invitados. La mengana sentía un latido excesivo en su pecho. Algo a la altura del esternón.
El Fulano sostenía su ipod en las manos, y en una pose dizque desinteresado, fingía no poner atención en la mirada de la mengana mientras elegía una canción para reproducirla en los altavoces. Aunque ésta lo sorprendía de vez en ves recorriéndola con sus grandes y redondos ojos cafés espiando el rostro nervioso de la mengana.

-¿has escuchado a armado palomas?
-Nunca. Balbuceó la joven componiéndose la odiosa falda blanca que se le subía, esa que sólo usaba cuando no tenía ropa limpia.-
-Se llama canción del mutilado. Esta muy chida…

Sonaron los primeros acordes de una canción musicalmente mala pero con una letra muy curiosa y rebeldona… Pegajosa… la mengana supo en ese mismo instante que con esa canción lo recordaría cuando el ya no estuviera.
Y así, entre pleitos con la falda que le resultaba incómoda para sentarse, y él con su sonrisa de niño y sus ojos cafés que asomaba por sus anteojos de tres piezas.. Ella quedó prensada de la idealización del amor.

Entre conoces a fulano de tal… y ella sí sisi, y el cuéntame.. a qué te dedicas… y ella contando.. y el y su humor ácido… ¿tienes partido, organización, colectivo?... y ella contestando… no, que solo colaboro en…. que haces pues… El Fulano fue directo a la yugular. La mengana comenzó a dar explicaciones, a contarse la vida en horas…
Era un tipazo, claro, sólo para ella.. Muchos pensaban que era una arrogante, pero con convicciones, teoría política y praxis revolucionaria. Ah y aparte le gustaba Real de catorce y Sabina. La mengana también. Pero el Fulano no escuchaba a Pink Floyd. Sólo conocía el Dark Side. Y la mengana había crecido con Pink Floyd. El Fulano a ratos era un poco sangrón, pero al a Mengana le resultaba encantador. El Fulano amaba el cine y era un conocedor. La Mengana amaba el cine pero no era una conocedora. Al final gracias a Benedetti, ambos hicieron una hermenéutica de la que Gianni Vattimo se hubiera sentido orgulloso.


Memo regresó. No había más mujeres. ¿Nos vamos?

La fulana odió a memo pero conservó algo de suspenso para lo que vendría después y se despidió tan cortes pero desinteresadamente del Fulano, que éste no tuvo la menor complicación en seguirla para saber a dónde iba. Que haría. Con quien más (aparte de Memo) se iba. Es probable que el pensara en la posibilidad de que la Mengana y memo tuvieran algo más que ver. El Fulano conocía muy bien a memo. Lástima que no conocía todavía muy bien a la mengana. De hacerlo hubiera sabido que la Mengana no tenía la menor intención de suicidarse al lado de memo.

-Antes, recalcó el Fulano.
-Me das tu correo?
-Sí, dijo la Mengana.

domingo, 9 de agosto de 2009

Regreso a clases!

Pues bien, algún día tenía que llegar. Mañana ya entró a la escuela, al servicio, a la vida callejera de nuevo jajaja. Sí, creo que soy una pata de perro. Me siento como león enjaulado cuando estoy más de un día en la casa. Los últimos días de la escuela lo único que deseaba era salir y dormir dormir y dormir. Que sólo tuviera q levantarme para ir al baño y comer… y luego dormir.. estar en casa, esos eran mis planes… y alejarme e la bendita computadora… pero buu no se puede. La vida allá afuera me llamaba jaja. La cosa es que tenía planeado hace cambios en la casa, mi cuarto, el librero, mis libros… al final hice todo menos eso, ah bueno, (excepto la compu, de ella no puedo alejarme). Y justo hoy, un día antes de irme a la escuela y regresar a la vida normal de universitaria a un año de salir (si q si) pues que se le antoja la mujercita limpiar el librero.
Y vaya que fue lindo. Ahí, justo en medio de “la enseñanza de las matemáticas en la escuela primaria”, a un lado de “instrumentos de investigación”, entre polvo, polillas y una cosa pegajosa que creo que era un dulce derretido; estaba un libro con la pasta delgadísima y rota… “la revolución mexicana: hacia otra forma de explicar”. Vamos el libro sonaba aburrido, y no destacaba entre otros más interesantes que puedo asegurar, tiene mi papá. Pero había tantos dibujos, anotaciones, y recuerdos que fue lindo redescubrir a un hombre de 46 años a través del cuaderno de un muchacho de 18 años. Con los ojos que tenía en ese entonces. Lo primero que decía en la portada con letra grande y mayúscula rezaba “Dios no inventó al hombre. El hombre inventó a Dios”… abajo el nombre de mi papá y a un lado una pequeña pero bien dibujada hoz con algo que parecía un martillo. Sí! Vaya… y aunque sé que todavía es como dice Benedetti, parte de “ciertos profesores que todavía tienen en sus armarios el pañuelo rojo”.. me sorprendió un poco conocerlo a través de sus dibujos. Tenía en letra manuscrita un fragmento de “La madre” de Máximo Gorki, y encerrado con un círculo, en las últimas páginas de aquel compendio de hojas -olor a viejo y cafés como el tiempo- había un puño cerrado bien coloreado con tinta azul. Algunas frases de Mijaíl Gorbachov.
Cuando vi aquel libro viejo, deshaciéndose, recordé aquellos otros que me gustaba oler de niña. No sé porque razón, pero tengo guardado en mi memoria aquellos otros de pasta dura, en no sé cuantos tomos. Debieron haber sido más de tres. El nombre de cada uno de ellos estaba escrito en letras de color dorado. Eran gruesos y del tamaño de uno de esos cuadernos de tamaño francés o algo así.- El autor aparecía en una pequeña biografía atrás de una de sus pastas: Enver Hoxa. “El comunismo en Albania”, algo así debió ser el nombre de esa serie de hojas repartidas en grandes y atractivos libros que me seducían de niña, cuando el olor de sus páginas me hacia abrirlos, aún sin entender nada, o quizá entonces sin tenerle mucho interés.
Años más tarde supe que aquel hombre (cuya fotografía parecía en la pequeña biografía) había sido un político comunista albanés importante que fungió como ministro de ese país y fue uno de los dirigentes de la resistencia a la ocupación de Albania por parte de la Italia fascista y la Alemania nazi. Años más tarde claro, cuando un día, yo le pregunté a cierta persona quien era él. Y él entre carcajadas me pidió los libros, riéndose de mí porque no valoraba aquellos libros de papá.

Por eso me puse a buscarlos hoy, locamente, acaloradamente. Me acordé de cuando cierta persona, me dijo que los buscara para él. Y yo, recordando viejos tiempos pregunté a papá donde habían quedado. “Deben estar en el cuarto de cosas viejas” me dijo. Eso significaba dos cosas. O estaban siendo comidos por ratones y polillas o papá los había tirado a la basura.
Los busqué locamente hoy, otra vez. Pero no estaban. Los busqué en parte para conocer a papá, el casi no habla de sí mismo. Pero también los busqué para dárselos a esa misma persona que me explicó quien era Enver Hoxa.
No los encontré. Creo que ahora el olor y la vieja imagen que conservo de papá y esos libros siguen alimentándose sólo de dibujos, libros, textos que encentro conforme avanzo sacudiendo el polvo, el fondo de madera viejo, los cuadernos viejos de dibujos. Llenos de nostalgia y remembranzas. Leyendo y mirando a un joven de al menos 18 años que a ratos, en algunas páginas, al voltear la 59 a la 60, luce parecido a mí. Después de todo creo que no somos tan diferentes como él se empeña en demostrar

domingo, 2 de agosto de 2009

¿cómo se dice?

Buu tengo tantas cosas que decir que no sé por donde empezar, simplemente cosas, ni buenas ni malas, mas bien extrañas. De adioces y besos bienvenidos, de "primeras de cambio y dee último vagón"...

Un mes que no tengo la mínima idea de cómo empezar a escribir una revolución dentro y fuera de mi. Un mes de no hallar un color exacto que define (como los esterreotipos de rosa-nena, azul-niño, ni de blanco-puro, negro-malo) el estadio en el que me encuentro. Felicidad, alegría, emoción, momentos en que creo que puedo cambiar el mundo con una sola sonrisa y otros más en que creo que la pinche gente en este jodido mundo vale un carajo.... emocionada por la vida que me toca, decepcionada de algun@s, triste, radiante... sorpredida, cansada, poniendo puntos finales y dando un beso de bienvenida.

Así me siento. Lo único que me alivia es que al final de la jornada, esta opresión en el pecho, y esas piedritas en la ventana sólo se calman en las inmensas aguas de tinte esmeralda de tus ojos.